lunes, 5 de septiembre de 2011

Hasta pronto.

Quería decirte que nunca olvidaré la maravillosa forma de la que me trataste, pero ha llegado el momento de decirte adiós. De partir a cualquier lugar del mundo, en busca de nuevos retos, nuevos amores, y nuevas sonrisas.
No me preguntes por qué, así de repente se me ocurrió marcharme, seguro que hubo algo que me hizo reflexionar.
No creas que me es fácil escribirte esto, de hecho mis lágrimas lo demuestran. 
He tenido que armarme de valor y decirte que serás insustituible, y que nunca, nunca podré olvidarte. Espero que siempre quede esta amistad, aunque por unos años, parezca muerta, cuando menos te lo esperes, prometo venir a resucirtarla. 
Cuando leas esto, siento decirte que estaré lejos, muy lejos y puede que no nos haya dado tiempo a despedirnos. Sinceramente, me haces un favor. En las despedidas siempre hay una que llora y sufre más, y otro que mantiene la esperanza para futuros encuentros. Creo, creo que esta vez sería yo la que se fuese con los ojos vidriosos.
Una vez más, gracias por cada momento de atención, por cada pregunta, por cada vez que te preocupaste por si estaba bien, o algo malo rondaba mi cabeza. Gracias por los consejos, y por los secretos guardados. Por nuestros juegos de niños, por cada palabra de consuelo. 
Fuiste muy importante durante mucho tiempo, y seguirás siéndolo, querido amigo mio.
Espero que pueda hacer que lo único que nos una sea una gran amistad y yo pueda sonreír de verdad.
Te deseo lo mejor allá donde vayas y que consigas todo aquello que te propongas. Sé que lo harás.
Un abrazo muy fuerte, pronto nos volveremos a ver. 

No hay comentarios:

Publicar un comentario