domingo, 10 de julio de 2011

Summertime.

¿Quién diría que conocería allí su felicidad?
Todos los días era la misma rutina.
Paseos por la orilla, con la música a todas partes.
Llegó el día en el que él la vio. Iba preciosa. Con un vestido blanco, hasta la altura de las rodillas. Caminaba por la orilla. Los grandes auriculares que tenía por encima de su hermoso pelo rizado y suelto, le advertían de que sería imposible dirigirse a ella.
Siguió su pista con la mirada hasta perderla entre la gente, pensando que sería la primera y última vez que vería a una chica tan preciosa.
Siguieron pasando los días y ella continuaba con su rutina. Él intentaba olvidarla, olvidar su cara, borrar la sonrisa que se le dibujaba de nada más recordarla. Intentaba que al pensar en ella toda su piel no se erizase, pero era algo imposible.

Solo tenía como recuerdo su mirada perdida en el horizonte. Deseaba verla todos los días, poder saber su nombre, rozar su cálida piel una vez y que alguna vez saliese de su carnosos labios cualquier palabra relacionada con él.
La esperanza era casi nula, no dejaba de recordarla a cada segundo, pero a medida que pasaba el tiempo lo veía una gran tontería, una simple chica, ya está.
Casi la tenía olvidada, asumido algo imposible.
Fiesta en la playa. Pensó que esta sería su oportunidad. Conocer a nueva gente, nuevas chicas.. 
Lo que nunca se imaginaba es que la viera allí. Sentada en la arena, viendo el atardecer ella sola, con otro vestido blanco, estaba preciosa.
Era ahora o nunca.
Poco a poco se fue acercando.
- Es precioso ver el atardecer desde la playa, ¿no te parece?
- Es increíble..
- Oh, vaya perdona, no me he presentado. Soy Iker.
- Encanta, soy Sandra.
- Precioso nombre...

1 comentario: