martes, 2 de agosto de 2011

En un intento de suicidio me vino su imagen a la cabeza.
Me baje de aquel lugar, y me puse en zona segura. Aunque, según dicen en todos los sitios de este planeta estás en peligro, aquel rincón me proporcionaba la sensación de que allí , no podría pasarme nada.
Me senté y estuve recapacitando, reflexionando sobre la locura que quería cometer y la cola de consecuencias que traería mi muerte.
Recordé de forma involuntaria ese juego de niños que me contó para poder sonreír. Quizás sea una tontería, pero me ayudó a clarear algo, mis tremendos días grises.
"Cada vez que estés mal, piensa en algo que tenga la letra A, y sonríe. Aunque sea falsa, sonríe. Poco a poco se irán volviendo verdaderas, sin darte cuenta."
No recuerdo cada palabra exacta, pero sé que se refería a eso. A que pasase lo que pasase por mi cabeza, si contenía una "A" repartiera una sonrisa al mundo.
Desde ese instante, en mi cabeza solo rondaban palabras con la dicha letra, millones que nunca antes había pensado, ahora recorrían cada milímetro de ésta, y se divertían viéndome reír sin límites. Disfrutando,  quizás algo tarde, pero mejor tarde que nunca.
Ahora no necesitaba una razón para que la gente me viera feliz. Podía pasar por la calle, acordarme de este juego y soltar una carcajada al viento, que cada persona que pasease por mi lado la escuchara, y me miraran con la típica cara de pensar "está para que la encierren".
Pues no, señores y señoras, no.
¿Saben lo que hago? Disfrutar. Vivir la vida que me ha tocado. Siendo como soy y no rindiendome si veo la cosa mal.



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